lunes, 16 de abril de 2007

extracto de la hora de nico nº 6

Quiero ser papa. Para hacer así con los brazos. Levantarlos y saludar con mis dos brazos en alto. “Os quiero”. “Os quiero”. “Y os vais a salvar todos si hacéis lo que yo os digo”.

Quiero también tocarme el corazón con la mano, haciendo ver que estáis todos aquí en mi corazón y que os quiero a todos mucho, y que tengo un corazón tan grande que cabéis todos. Es lo que tiene hacerse papa, te ensanchan el corazón. El cómo, no lo sé.

También quiero que todo el mundo se ponga la pulsera con mi nombre que sacaría la razón, porque cuando se trata de mamarrachadas, la razón siempre gana. Y en la pulsera se podrá leer “no tengáis miedo, que ya he llegao, y os voy a guiar por la buena senda, asín que seguirme.”

También quiero dormir en el vaticano, en una cama con dosel, y tomarme una ostia en la capilla sixtina, para desayunar, y salir de excursión con los obispos por toda la ciudad, y por el campo, y llevar ostias en la mochila, para cuando nos entrara el hambre, al fin y al cabo son pan sin levadura, y también dar ostias a todo el mundo, porque sería papa y sería bueno, y estaría en contra de la guerra, porque sería cristiano, es lo que tiene hacerse cristiano, que te adjudicas directamente unos valores de comportamiento que no te has ganado. Yo haría una cruz con una mano y ya está, ostias benditas, ostias para todo el mundo, las repartiría con mis manos... Y las remojaríamos, claro que sí, las remojaríamos con un poco de vino que llevaríamos en cantimploras, y haríamos varias paradas a lo largo del camino, porque claro, seríamos mayores, como todos los papas y los obispos. Y para pasar los tramos difíciles tendríamos que remangarnos un poco los faldones, para que nos llenen de pajitas, y que no se nos enganchen con las zarzas, y en ciudad, para saltar los charcos sin mojarnos. Y todos me seguirían, porque sería papa, y yo diría “No tengáis miedo”, y “Seguidme”, y nos adentraríamos por las selvas más tenebrosas sabiendo siempre que al final del túnel hay una luz.

Y de vuelta a casa, otra ostia contemplando la capilla sixtina y cuando suenen los lunis, que allí se llamarán lunedís, porque allí dicen las cosas en italiano, a la cama con dosel, que mañana será otro día.

Qué apacible vida de papa haría yo.

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