vicioso,
me han dicho que deje el ordenador porque estamos en familia y es nochevieja y yo he dicho culo y no he apagado porque soy un vicioso y me quedo todo el rato en el feisbol y empleo mi tiempo en ello,
porque es lo que me gusta,
hala, tururú,
me han dicho que deje el ordenador porque estamos en familia y es nochevieja y yo he dicho culo y no he apagado porque soy un vicioso y me quedo todo el rato en el feisbol y empleo mi tiempo en ello,
porque es lo que me gusta,
hala, tururú,
soy concreto tengo un par de pies y un par de manos brazos piernas culo culo tengo tengo razón nariz boca ojos y esas cosas más pequeñas de la cara tengo pelos sudor culo y todo lo feo y lo sucio también lo tengo no me veo como un ente no me veo como un espíritu un aire un ambiente no soy abstracto soy silvestre como tortilla de patatas y una de las cosas que más me gustan es mear y cagar así que no vuelvas a hablarme sin tener en cuenta todo esto porque prometo no entenderte,
hola, soy margarito, y les quiero presentar mi única novela Perdidas, en la que se basó la famosa serie Perdidas. En ella, unas chiquitas sin amigos se meten en el feisbol un día por la noche, cada una en su casa, y de repente se pierden todas juntas, en el feisbol, y les suceden unas series de aventuras hasta encontrarse de nuevo; como podrán suponer, era inevitable rodar una serie sobre mi novela; tengo que decir también qeu es apasionante y que no se arrepentirán de comprarla y regalarla a todo el mundo esta navidad, porque está llena de amor, de celos, de pasión, de aventuras, de sexo virtual, y de humor, por supuesto; se la recomiendo a todos; es muy buena, y la he escrito yo,
para hacer que sabes de algo, entornar los ojos y repetir lo que se acaba de decir, ya sea el título de una peli, el final deuna frase o las palabras que creas que son más importantes de la frase, como si lo conocieras de toda la vida,
cuando tenga una casa voy a leer en el salón en la habitación en la cocina en el baño en la otra habitación en la terraza en el baño otra vez sentado de pie a cuatro patas tumbado a tres patas y a una pata,
Fui al teatro, pero por una confusión, no pude entrar. No hubo forma de ver la función. Así que paseé calle arriba, calle abajo, sin saber qué hacer. Y a los cinco minutos visité una librería de teatro, y de ello hablé con el librero. Hojeé algunos libros, le pregunté por otros, dispuesto a comprarlos si los tuviera; ya que no había podido entrar a ver la función, quería irme con algo bajo el brazo, preferiblemente barato y pequeño. Pero aquel hombre no tenía nada de lo que le pedía, sólo una conversación inagotable. Y de repente entró en la tienda una señora que yo conocía, la madre de un amigo. Salí con ella mientras me decía que no había podido ver la obra de las 8 y media, la siguiente a la que no pude ver yo, que era a las 8 de la tarde. Así que allí andábamos los dos, sin teatro. Sin nuestro vicio. Y de repente ella dijo la frase clave: "¿nos tomamos algo?" Yo contesté que por supuesto. Y fuimos a un sitio que conocemos ambos bastante, un bar al que va el público (que siempre tiene razón), después de ver la función en diversos teatros de sus alrededores. También van lo actores, y se puede ver muchos a eso de las 10 de la noche. Y entonces, allí, a la barra del bar con un vaso en la mano, me percaté de algo importante, muy importante para mí, algo que iba a cambiar mi concepción del mundo. Me di cuenta de por qué me gustaba el teatro. Tantos años intentando descubrir si lo que me movía eran sus argumentos, sus actrices y actores, sus personajes trágicos o cómicos, el hecho teatral en vivo que es distinto cada día... Nada de eso. Tampoco era la pasión que algunos ponen en llevar a cabo sus proyectos, ni el verme reflejado en un personaje o identificarme con un rasgo de algún otro, o reír allí dentro, o llorar, o salir purificado, renovado... Ni aprender de lo que les sucede a los personajes para no repetirlo. Ni me gustaba la música, los decorados, o la estética de algún espectáculo concreto. NO. Lo que verdaderamente me hacía feliz del teatro era: el bar, tomar algo, la charla sobre lo que se ha visto y lo que no, el momento de después, ¡¡¡LO QUE ME GUSTABA DEL TEATRO ERAN LAS CAÑAS!!! No me lo podía creer, tantos años engañándome a mí mismo, intentando creer lo que no es, tratando de alcanzar imposibles... Habíamos ido a tomar algo directamente, sin preámbulos, sin tragarnos el tostón de turno. Ahora me lo explico todo, ahora comprendo la necesidad que tengo de ir cada tarde al teatro. Maldición, ¿cómo no me di cuenta antes?... La madre de mi amigo me dio la razón cuando se lo conté. Estaba totalmente de acuerdo, se dio cuenta de que pensaba lo mismo que yo. Exactamente lo mismo. Y ahora que escribo esto, pienso que seguro que no somos los únicos.
nico guau
Cuando era niño y hasta casi la mayoría de edad, no permitía que nadie se me acercara. Me dejaba saludar de lejos, y yo correspondía levantando la mano. Pero nada de besarme, tocarme, y sobretodo nada de abrazarme. Luego me dejé llevar. Cuando entré en la Universidad, supongo. No caí más que en un vicio: el de tocar, y dejarme tocar. Sin ningún tipo de malicia ni de deseo. Tocar como un ingrediente en mi torpe relación con los seres que me rodean. Pero yo tocaba o abrazaba sinceramente. No como algunos, que engañan, exageran, adulteran el sentimiento. Tocan y mienten. Y esa mentira traspasa tu ropa y tu piel al contacto con el mentiroso , y tarda un rato en irse. Para eso, más valdría que no te hubieran tocado. El problema es que a veces está muy claro, pero otras no sé distinguir cuánto hay de verdad y cuánto de hábito relacional en cada abrazo. No me gusta que utilicen las costumbres conmigo. Y no sé si estoy conforme con esa rutina que adquirí y que a veces sigo practicando. Hablando de usos y modas, me molesta mucho que se despidan de mí por mail con "un abrazo", porque me suena falso. Porque es lo que se suele poner. Porque si no uno no lo daría en la vida real, ya que por norma general no se va abrazando por ahí a todo el mundo, ¿por qué escribirlo? Yo sólo lo escribo cuando le daría verdaderamente un abrazo a esa persona, pero por estar lejos no puedo hacerlo.
En el teatro de Madrid que más me gusta se está representando una obra de un autor español vivo, es decir, una de esas que todo el mundo dice que se deberían estrenar, pero a la que no va nadie. La obra lleva por título La máquina de abrazar, aludiendo con ello a un aparato con dos palas mecánicas que rodean el torso de la persona autista o hiperactiva, inventado por una doctora estadounidense con autismo. La máquina, comercializada en todo el mundo, tiene 3 posiciones de abrazo para que el usuario la pueda regular según lo que necesite en cada momento. El abrazo da protección, confianza, seguridad y estabiliza los ciclos vitales del ser humano. Parece ser que necesitamos los abrazos y el contacto físico para sobrevivir. Y en el caso de la persona con autismo, que no permite que se la toque, esta máquina está resultando muy útil, pues le proporciona todo lo mencionado anteriormente. Entonces, si el abrazo es tan importante, me pregunto cómo sobreviví sin ser abrazado durante tantos años.
Cuando era niño miraba a la gente y pensaba ¿cómo abrazara? Y cuánto más grande era una persona, más me gustaba, porque abrazaría más fuerte, y me podría esconder mejor en ese abrazo. Pero el problema era que no dejaba que me tocaran. Ahora, como a veces me es difícil distinguir entre un abrazo real y uno falso, creo que voy a volver a mis viejas costumbres. Y estoy valorando el comprarme una máquina. Miente menos. Sale por unos 4000 €, transporte aparte. Si hubiera tenido uno de estos aparatos desde niño, quizá en estos momentos sería una persona distinta. No estaría tan desequilibrado. No escribiría tantas tonterías.
Ayer deposité la basura en mis manos y la bajé al cubo en varios viajes. Se me habían acabado las bolsas. Creo que eso es lo que se espera del ser humano, que sea solidario, que no gaste los recursos. También podría ingeniármelas para no producir basura, o para reutilizarla o reubicarla en algún lugar de la casa. O me la podría meter pro el culo. Algo parecido deben hacer en esos países en que, según las películas, te dan la compra en bolsa de papel. Eso sí que es estar concienciado con el medio ambiente. Si yo no utilizo bolsas contribuyo a la preservación del planeta. El último supermercado de los que suelo frecuentar que aún era insolidario ha cambiado de política, y ahora vende la bolsa. Ayer, como vi que no tenía dónde tirar la basura, bajé a comprar cualquier tontería al súper más cercano. Cogí zanahorias, 45 céntimos, dispuesto a comérmelas de camino a casa, y cuando llegué a la caja, vi que el súper se había hecho ecologista. Lo venía notando un par de pasillos antes, algo se respiraba en el ambiente, pero no sabía muy bien qué. Pero cuando leí la lista de precios de las bolsas de plástico, de tela, de un sólo uso, de varios, etc, no hubo duda. La más simple costaba 1 céntimo, pero es de las que se rompen, se deshacen al dar la vuelta a la esquina, y uno acaba llevando la compra bajo el brazo, sobre la cabeza, en los bolsillos... La siguiente es para 15 usos, y está en oferta: 5 céntimos. Es más razonable comprarse ésta última, pues es cinco veces más barata que la anterior y dura más; creo que después de la vez número 15, cuando sacas la compra y la metes en la nevera, se desintegra. Me lo dijo ayer la cajera. También tienen, cómo no, la de lujo: una que cuesta 60 céntimos y que es para toda la vida. Como quien tiene los ojos azules, o como quien aprende a montar en bici, que eso ya es para toda la vida. Se trata de una bolsa de plástico duro y asas de tela con el nombre del supermercado que te la ha vendido pintado con letras grandes en su superficie; una bolsa que dura, y dura, y dura, y uno la debe llevar siempre, porque ya que se hace la inversión, hay que rentabilizarla toda la vida. Uno se la puede coser en el extremo de los dedos, como prolongación de estos, y tenerla siempre ahí en caso de necesidad. También, aunque no aparecen en el listado de tarifas, en los supermercados están las de siempre, las que algunos usan, las tradicionales bolsas de basura, negras, azules, blancas, de muchos y variados precios y tamaños. Nunca las he comprado, porque había que ser ecológico desde mucho antes, y siempre utilizaba las gratuitas. Y de éstas cogía sólo las necesarias, para sacar la basura. Nunca me he llevado bolsas para coleccionarlas. Consumía responsablemente bolsas de plástico con el nombre del supermercado de turno, para hacerles publicidad hasta sacando la basura. Así de fiel soy yo. Conozco a gente que ha comenzado a comprar las de basura, porque las gratuitas escaseaban. Pero a mí me es imposible psicológicamente pagar por una bolsa. Ahora hay veces que no compro porque no llevo una. Hay veces que me quedo con hambre por no comprarla. Pero no me importa. Porque siento que estoy contribuyendo con el medio ambiente. Por eso mi propuesta para la semana que entra es sencilla: robar bolsas. A los amigos, a los que me rodean. Necesito bolsas, pero si las compro, destruyo el planeta. Colaboraré con el medio ambiente pero no con los que me rodean.
cuando era niño y hasta casi los 20 años, veía a la gente por la calle y me quedaba mirando a los grandes, porque la gente grande abrazaría mejor; veía a alguien grande y pensaba "¿cómo abrazará?"; la gente grande con brazos grandes y cuerpo grande tenía más cuerpo para abrazar y más pecho donde sentirse protegido y esconderse y no salir; necesitaba que me abrazaran pero no podían acercarse a mí, porque yo tampoco lo hubiera permitido,
porque era todo una mentira, realmente no soportaba que me tocaran, cuando acercaban una mano hacia mí yo me retiraba; no daba besos; no daba la mano; no tocaba a la gente; no miraba a la cara a nadie; cuando la familia me besaba yo cruzaba los dedos y pensaba "no está ocurriendo, no está ocurriendo"; luego me limpiaba la cara, las manos, en la ropa,
si me hubieran regalado esto, quizá ahora no sería un tipo tan raro; soy raro de cojones, me dijeron ayer,
La misma tarde que se fue, el que me lo enviaba desde Berlín me preguntó por mail que qué tal había resultado la visita. Todavía no le he respondido.
nico guau
¿cómo?,
como,,,
como si me faltara un brazo,
como si me faltara una pierna,
un ojo,
una oreja, sí, una oreja,
una oreja,
media inteligencia,
media razón,
media cabeza,
y la ilusión entera,
,,,
¿más feliz?
¿cómo más feliz si me falta un brazo,
una pierna,
un ojo,
una oreja, sí, una oreja,
una oreja,
media inteligencia,
media razón,
media cabeza
y la ilusión entera?
,,,